Liebre Lunar parte de unos principios, de una Filosofía de la Educación, los cuales nutren de diversa forma sus proyectos. Estos son:

1.Experiencia que se tiene y experiencia que se propicia

Valoramos la experiencia que se tiene y la experiencia que se hace, en tanto posibilidad de ir más allá de lo que ya se piensa, y ya se siente, pero partiendo del respeto por lo que se es. Reivindicar la experiencia es reivindicar los saberes y estéticas locales, reconocerlos y potenciarlos sabiendo que en ellos hay un modo ser, hacer, sentir y pensar, valiosos para cada grupo. Es también distanciarse de lógicas explicadoras que tiene como centro el saber del docente

2. Lo estético y sensible 

Creemos en la experiencia estética como posibilidad de conocimiento y comprensión desde y con lo sensible y afectivo. Lo que nos afecta  nos hace pensar, en ese sentido anteponemos la proximidad afectiva  a la distancia racional, propia de otros modos de pensamiento Lo estético es un modo de pensamiento que más que objetivar, manteniendo inalterables al sujeto y objeto, los vincula y transforma por su interacción.  Asumimos lo estético, no tanto como práctica artística, sin desconocerlo, sino como modo de estar en el mundo, como modo de ser del pensamiento, con proyecciones que desbordan lo artístico, y en ese sentido con un lugar más estructural al interior de los currículos. 

3. El hacer piensa

El hacer piensa, no es algo que venga después del pensar, es en sí mismo pensamiento, lo cual implica superar la dicotomía entre teoría y práctica.

4. Atención a lo singular

Priorizar la experiencia y lo estético supone centrarse en la singularidad de personas, situarse más allá de modelos universales, homogenizantes y no situados. Asumir lo diverso y la diferencia.

5. Lo creativo

Apostamos por una pedagogía de la creación, de mundos y de sí, mundo y sujeto construyéndose al unísono. Solo así la educación deviene acontecimiento. Lo estético no expresa algo preexiste, lo construye en tanto que se simboliza. Esa condición hace que la pedagogía debe estar abierta a lo incierto, a que ocurra lo improbable, a pensar lo impensable. Jóvenes y niños no solo reciben un mundo, lo crean.

6. Lo relacional

La experiencia sensible necesariamente nos sitúa en lo relacional como eje. Sentir es sentir con y sentir a. Y con ello se impulsa los encuentros y las relaciones con el otro y lo otro, así como la comprensión de las tramas sensible de la vida. Entender un territorio es comprender sus interdependencias, y cuidar dichas interdependencias.